LA MOSCA

Raúl Martínez, crítico de cine, 11:15/04-02-2021

Cuántas  veces hemos pensado: “la realidad supera a la ficción”. Es por ello que algunas películas de terror nos horrorizan más que otras con su historia. Por muy rocambolescas que sean, hay algo dentro de nosotros que nos dice: ¿y por qué no podría ser real? Son tantos los avances que hay en la actualidad, tanta tecnología, que plantearnos esa duda es normal. Por alguna de dichas películas un servidor ha mantenido conversaciones de ese tipo con amigos que también se habían planteado lo mismo.

Antes de nada habría que explicar qué es para el cine el término “sci-fi”. Muchos consideran que se trata de ciencia ficción pero, realmente estamos hablando de “ficción científica”. No deseo entrar en debates pero para lograr entendernos digamos que es “ciencia aplicada a la evolución, consiguiendo cierta credibilidad (a pesar de ser pura ficción, claro está) gracias a experimentos o nuevas teorías “. Dicho esto Star Wars, no es sci-fi.

De esta manera las historias nos hablan de un mañana de lo más terrible, o del presente mismamente.

En cine, si miramos atrás en el tiempo existen grandes joyas literarias que fueron adaptadas; obras de Julio Verne, Mery Shelley, Edgar Allan Poe, H. G. Wells, etc., se convirtieron en títulos de grandes clásicos de la ciencia ficción: “20.000 leguas de viaje submarino”, “Doctor Jekyll y Mr, Hide” o el primer gran hito “Metrópolis”, entre otras muchas. De los años 40 a los 70 fue un género menospreciado, a nadie le gustaba la imagen de un futuro tan negro. Pero tras el estreno  de “El planeta de los simios” y 2001, una odisea en el espacio” en 1968, la sci-fi encontró prestigio e interés.

Una vez dicho esto centrémonos en una de las películas que dejaron huella tras su estreno, un remake sí, pero muy currado e innovador, en gran parte por los efectos especiales (no tienen nada que envidiar a los de hoy día), me refiero a “La mosca” de David Cronenberg.

Se estrenó el 9 de febrero de 1987. La historia trata de un científico que se utiliza a sí mismo como cobaya en la realización de un complejo experimento de tele transportación. Desde el primer momento la película causó furor entre los amantes del género. He de reconocer que está fue la primera de la saga que vi, anteriormente existía “La Mosca”, estrenada en España en 1958 y “El regreso de la mosca” en 1959, pero estoy seguro que la versión moderna me hubiera impactado de igual manera, ya que el director supo darle otro enfoque mucho más monstruoso.

De hecho, el protagonista de la cinta  de Cronenberg Jeff Goldblum le escribió una carta a Vincent Price, ya que éste aparecía en la película de 1958, diciéndole: “espero que te guste tanto como a mí me gustó la tuya”. Price le respondió: “maravillosa hasta cierto punto, creo que ha ido demasiado lejos”.

Está claro que esta versión del film es demasiado fuerte comparándola con la original, pero es eso mismo lo que la convierte en una película imprescindible para los que somos incondicionales. No solo la historia te puede hacer pensar en la evolución de la ciencia si no que los efectos especiales son geniales te hacen permanecer atento a la pantalla ya que solo imaginarse la transformación es aterrador.

Aun así quedaron escenas eliminadas, como la fusión entre un mandril y un gato. En dicha escena el experimento fracasa y el protagonista es atacado por el monstruoso ser, que es matado a batazos. Esta escena fue eliminada solo por el mero hecho de matar a un animal, aunque abominable, a golpes. No era cuestión de echarse encima a colectivos sensibles al maltrato animal, que aunque en la ficción, nunca estuvo bien visto.

Una de las sorpresas de esta película era el nombre de uno de los productores, aunque suene a chiste pero en el proyecto se encontraba nada más y nada menos que  Mel Brooks (conocidísimo por dirigir e interpretar películas cómicas) no quiso que se supiera para no restar credibilidad al proyecto. Y entre los directores se barajaron nombres como el de Tim Burton que por aquel entonces trabajaba como animador de Disney. Y para el protagonista encima de la mesa había nombres como el de Michael Keaton entre otros, el cual rechazó el papel. La verdad es que cuesta imaginarse este film con otro equipo. No hubiera salido bien. Jeff Goldblum está magistral, su aspecto físico le ayudó a meterse en el papel del hombre-mosca.

Otra de las curiosidades es el cameo del director haciendo de doctor en la escena donde Geena Davis da a luz una especie de larva gigante. La idea le vino a Cronenberg gracias a Martin Scorsese que le dijo al conocerle que más que director parecía un cirujano plástico de Beverly Hills.

Del guión cabe destacar una frase que con el paso de los años se ha convertido en un diálogo célebre del cine “soy un insecto que soñó que era humano y me encantó, pero ahora el sueño terminó y el insecto ha despertado”. Sin lugar a dudas La mosca ha mejorado con el tiempo, sabiendo conservar la esencia de la original y adaptándose a los mejores años del cine de terror y fantástico. No solo a los preadolescentes de la época nos dejó sin palabras, los tan temidos críticos que no siempre acompañan satisfactoriamente a este género se rindieron ante el film, percibiendo la película como una metáfora ante el sida y como una analogía del proceso degenerativo  (físico y psicológico) de las enfermedades terminales.

La academia le otorgó el Oscar a mejor maquillaje. Y aunque principalmente será siempre recordada por los efectos especiales, es además una tragedia llena del horror de un ser humano damnificado por la ciencia.

BRAINDEAD. TU MADRE SE HA COMIDO A MI PERRO.

Raúl Martínez, crítico de cine.

Los amantes del terror siempre hemos dicho que la sangre vende, y si ha gustado mucho una película, en parte, ha sido por eso mismo.

Si existe el ejemplo claro de una película que con el paso de los años se ha convertido en un film de culto,  si la sangre utilizada fue en tal cantidad, que podríamos calificarla como un “festín sangriento”, si hablar de terror no sería correcto, más si de miedo, aunque lo que se dice miedo no da, pero la diversión está garantizada; como en un parque de atracciones donde te puedes llevar a casa algún miembro amputado, metafóricamente hablando, eso sería “Braindead. Tu madre se ha comido a tu perro”. En 1992 se estrenaba esta primera gran obra del genio Peter Jackson, y aunque tenía títulos anteriores (uno de ellos “Mal gusto. Bad Taste” de 1987) que le sirvieron para pulir en su cabeza esta cinta.

Los litros de sangre (se estima que unos 30.000 litros) salpicaban un guion salpimentado de genialidad. Con un humor negrísimo y surrealista en el que cupo de todo: religión, fantasía, terror, relaciones de pareja, etc. .Un combinado perfecto donde la exageración de las muertes dan lugar a situaciones cutres, pero a la misma vez brillantes. Está claro que Jackson no temía a nada y se reía de todo. La historia trata de una expedición científica que encuentra en Skull Island un “Ratticus”, una especie de mono rata, al que capturan para su estudio. A pesar de estar aislado en un zoológico el animal consigue escapar mordiendo a la madre de Lionel, el protagonista. Comenzando así el principio del caos.

Cuando visioné por primera vez la película, gracias al título, me esperaba lo que ocurrió: pura diversión sangrienta. Y si lo acompañamos de unos amigos del instituto, pizzas y refrescos, esa tarde sería recordada por todos con gran satisfacción. Bestial, desternillante, apoteósica, todos los sustantivos son  pocos cuando te lo has pasado pipa. Al día siguiente no paramos de hablar de otra cosa: una película incríble.

Una cinta que llegó de Nueva Zelanda  y que costó 3 millones de dólares; parte del dinero conseguido fue gracias a lo recaudado en el anterior film “Meet the Feebles” (1989). Según su director “Braindead” recoge  la influencia que él tuvo de las obras de George A. Romero, Sam Raimi y Stuart Gordon. Todos recordaremos esta etapa como la más prolífica de este tipo de cine y que seguramente nunca volveremos a ver.

El título en España desde luego que prometía lo que ofrecía pero desde mi punto de vista si hubiera llegado con el mismo que en Latinoamérica, “Muertos de miedo”, la respuesta no hubiera sido igual.  Aquí un servidor siempre se ha dejado llevar por los carteles y los nombres llamativos.

Jackson, con posterioridad, siempre ha tenido en cuenta sus comienzos, homenajeando, a su manera sus títulos. Hoy día podemos decir que está en la cúspide de su carrera y nos ha recordado dónde empezó y lo orgulloso de haber rodado lo que quería. En la versión que dirigió sobre  “King Kong”, la isla es la misma del comienzo de “Braindead”. Otro guiño se produce cuando uno de los protagonistas entra en las bodegas del barco y en una de las jaulas para animales podemos leer “Sumatran Rat Monkey”. Como los grandes maestros se reserva algún cameo en sus films. En King Kong hace de explorador que busca al Simian Raticus. Al final muere mutilado.

Llegó a declarar que solo volvería a rodar gore siempre y cuando hubiera alguna otra película que superara a esta. Y cómo no, en algunos países fue censurada. En Estados Unidos se llegaron a cortar 20 minutos, en Alemania 10. Aquí tuvo la oportunidad de contratar actores profesionales, anteriormente fueron amigos y conocidos, llegando a destacar la gran Diana Peñalver, sevillana a la que este año 2020 he tenido cerca gracias al Festival de Cine Fantástico de Murcia.

Este cóctel de entretenimiento siempre es bueno disfrutarlo en compañía de los amantes del género por lo que si desean organizar alguna quedada, por favor, vívanla, acompañados de unas buenas palomitas y algunos amigos, para sentirse adolescentes de nuevo.

Evil Dead. Posesión Infernal

por Raúl Martínez, crítico de cine.

De siempre nos han enamorado películas, la mayoría de veces por su argumento; pero en cambio otras  fue por el cartel. En mi niñez había unas caratulas en los vídeo clubs  muy dignas. Solía acudir por el mero placer de verlas allí expuestas.  De las maravillas que me cautivaron he de destacar el film de Sam Raimi “Evil Dead. Posesión Infernal”, esa mano saliendo del suelo me podía. Era una imagen que me llamaba constantemente, y  aunque pasaron años hasta que pude verla, cuando llegó el momento quedé fascinado.

La película es sin duda el ejemplo claro del talento que se debe tener para que una historia hecha con pocos medios consiga convertirse en una película de culto. Además era arriesgada ya que al tener dosis de comedia fácilmente podría haber caído en el abismo de lo absurdo.. Aun así Sam Raimi apostó fuerte. Esa seguridad se la dio un cortometraje suyo “Within the Woods”, lo rodó con sus amiguetes y el resultado no fue tan mal ya que se proyectaba como aperitivo antes de las sesiones de The Rocky Horror Picture Show en un cine local. Pese a eso Hollywood no llamaba a su puerta y decidió junto a su hermano Ted Raimi y sus colegas Robert Tapert y Bruce Campbell (protagonista del film) jugarse sus ahorros llevándolo al formato largo. No tuvo reparo en pedir a negocios locales participaciones en el filme.

Al igual que muchos otros maestros del terror, el joven Raimi estaba marcado por los relatos de H. P. Lovecraft, es por eso que el primer título barajado fue Necronomicón en honor del presunto pero siniestro volumen de arcano. Pero por culpa de nuestro Jesús Franco no se pudo ya que usó ese nombre para uno de sus filmes. Otro título pensado fue “El libro de los muertos” hasta que uno de los mecenas le recordó que ningún adolescente iría a ver una peli con la palabra “libro”. Al final se optó por Evil Dead (Los muertos malvados),  y en España fue como la conocemos Evil Dead. Posesión Infernal. 

Pero la atracción del filme insisto, por lo menos por mi parte, era el cartel, prometía lo que ofrecía. Y hablando de carteles de películas, claramente se puede ver un cartel de la película de Wes Craven “Las colinas tienen ojos”, esa idea no era otra que dar a entender que esta película sería más terrorífica que la del maestro Craven. Este a su vez también lo hizo en la mencionada película, pero utilizando un cartel de Tiburón de Steven Spielberg.

Una de las escenas más curiosas es la de un ataque sexual de un vegetal poseído. En el guión solo estaba escrito “los árboles atacan a Cheryl” pero el director decidió darle otro enfoque convirtiéndola en un momento cumbre del film, eso le acarreó que dicha escena fuera la más censurada de la película en varios países, acusándola hoy día de denigrante para las mujeres, obligando a Raimi a hacer declaraciones arrepintiéndose de haberla rodado por ser demasiado brutal. Aún así permitió que se repitiera en el remake. Un servidor cree que hay que dejarse llevar por este tipo de películas, no deja de ser un divertimento para los fanáticos del terror, donde las emociones están presentes en el espectador, en ningún caso se piensa en desatar polémicas.

Como dato curioso en el montaje uno de los ayudantes tenía el apellido Coen, sí, en concreto Ethan Coen, tanto director como protagonista entablaron una amistad con los hermanos Coen y ayudaron años más tarde con la financiación de “Sangre fácil”.

Para los que soñamos con dirigir alguna vez y no tenemos medios, siempre recordaremos esta cinta, y la receta de la sangre: jarabe de maíz, sucedáneo de crema para café y colorante rojo, ingredientes que hicieron que el rodaje fuera de lo más sangriento, aunque para algunos espumarajos se usó leche semidesnatada. Fueron 12 semanas perdidos en los bosques, sin poder ducharse, quemando muebles para combatir el frío y a merced de un director demente. Justo diez años después la cabaña donde rodaron se incendió en su totalidad.

Tras el rechazo de las distribuidoras en EE.UU. el mecenas que aconsejó a Raimi cambiar el título, Irvin Shapiro, era distribuidor de películas como “La noche de los muertos vivientes” y amigo de grandes directores, entre ellos Kubrick, y consiguió que la cinta se proyectase en el Festival de Cannes, fuera de concurso. Y uno de los espectadores que allí se encontraba para presentar en el festival su cinta “Creepshow”, Stephen King,  quedó maravillado y la calificó como “el filme de terror más original de 1982” dedicándole una entusiasta reseña en la revista “Twilight Zone”.

Parece que el karma ha estado envolviendo esta historia en su manto y consiguiendo que en ningún caso se tirara la toalla, a pesar de que los actores terminaron el rodaje sin muchos ánimos. Los años han puesto esta joya en el lugar que le corresponde teniendo incluso una versión musical. Sí, en 2003 en Toronto (Canadá), Evil Dead. The Musical, una revisión bailarina y cachonda de la historia, con canciones ¡y un alce que hablaba!.  En 2012 llegó a España el musical teniendo buena crítica entre los seguidores, con canciones tan dispares como “¿qué coño ha sido eso?”, “El baile del Necronomicón” y “Todos los hombres de mi vida acaban poseídos por demonios kandarianos”, son espantosamente buenas.

Para los que creemos en el cine, en el terror y sobre todo en contar nuestras historias prácticamente sin presupuesto, siempre pensaremos en Evil Dead. Una película terrorífica y divertida.

 

CARRETERA AL INFIERNO

Por Raúl Martínez, crítico de cine.

Para mí los sábados noche son especiales, hace años dejé de bailar a lo Travolta en “Fiebre del sábado noche”, serán cosas de la edad, aunque  guardo buenos recuerdos de mis salidas nocturnas. Pero también es verdad que guardo buenísimos recuerdos de mis noches de “sábado cine” a mi edad temprana en la que estaba descubriendo géneros que me fascinaban. Actualmente continúo viviendo películas con emoción los fines de semana acompañado de comida grasienta.  No es un hábito muy saludable pero a mi edad me hace volver a emocionarme como antaño. Si tuviera que decidirme por algún título, en especial, de aquellas noches en las que estaba solo en casa pasando miedo, uno que me dejaba pegado a la pantalla, lo tengo claro, a pesar de haber visto muchas películas de terror maravillosas, reconozco que aquel sábado fue especial. “Carretera al infierno” me adentro en una forma de temor que no había sentido hasta entonces: el psicológico.

“Carretera al infierno” entra como una película de autoestopista asesino y llegas a pensar por la sencillez de la trama que tampoco ira mucho más allá de unas cuantas muertes y que será entretenida sin ánimo de nada más. La sinopsis, de lo más sencilla, un joven recoge con su Cadillac en una carretera de Tejas a John Ryder, éste le confiesa que es un asesino y que le va a  matar. Por supuesto que en dicha conversación los diálogos brillan en parte porque el espectador se siente dentro de ese coche sin poder escapar:

-“Ese tipo no habrá podido ir muy lejos”
-“¿ Y eso por qué ?
-” Porque le corté las dos piernas…y los brazos…y la cabeza… Y ahora voy a hacer lo mismo contigo.”

El acertado casting puso de villano al gran Rutger Hauer que desde el minuto uno te aterroriza solo con su presencia. Este actor además supo improvisar en algunas escenas sorprendiendo al resto del equipo, sobre todo a C. Thomas Howell ( que venía de triunfar con la comedia adolescente “Admiradora Secreta”), el actor reconoció que pasó miedo en la escena en la que Hauer le acerca el filo de un cuchillo al ojo. Es más, fuera del set todavía le tenía mucho respeto dada la intensidad con la que el villano vivía su papel.

La película se estrenó el 21 de febrero de 1986 siendo la ópera prima del director Robert Harmon y convirtiéndose en un film imprescindible para los amantes del cine de suspense y terror psicológico. Con el paso de los años ha envejecido muy bien siendo una de las películas preferidas del mismísimo Christopher Nolan ya que está llena de tensión y los temores acechan por todos lados.

Siguiendo con algunas de las aportaciones de Hauer al film hay que destacar las peligrosas maniobras en los coches durante la película sorprendiendo incluso a los verdaderos especialistas, llegándose a romper un diente en la escena final con la escopeta.

En 2007 tuvo un remake interpretado por Sean Bean, un buen actor pero una película innecesaria, y para rizar el rizo, se hizo una segunda parte en la que participaba Thomas Howell intentando relanzar su carrera pero lo único que se consiguió fue echar tierra a una historia pobre de argumento. Hubo escenas que no se rodaron como el asesinato de una familia entera, un ojo que aparece en una hamburguesa (este fue reemplazado por un dedo en unas patatas fritas) y hasta una escena de sexo. Es por eso que uno de los productores se quejaba afirmando que la película hubiera tenido más éxito si se hubieran rodado estas escenas.

Y es que “Carretera al infierno” es sobre todo el malo, pero un malo malísimo que intimida hasta al director, con ese ingrediente y aunque sigan contando historias de autoestopistas, nadie a día de hoy conseguirá eclipsar la interpretación que en su día nos trajo Hauer.

Por ello, si vas solo en el coche una noche de lluvia y alguien te pide que pares, si estás en Tejas no lo hagas ni de coña y si estás en cualquier otra parte tampoco. Creo que después de esta película y aunque suene horrible, subamos el volumen de la radio y aceleraremos sin mirar atrás.

 

LA COSA

Por Raúl Martínez, crítico de cine.
Quiero dejar claro que hay películas que no necesitan remakes para nada, que habría que dejarlas como están y si las generaciones venideras no entienden o simplemente no les gusta la película original,.pues que se fastidien. Pero a pesar de todo sí que es verdad que existen ciertos remakes que se merecen elogios por lo currados que están y que  respetando la historia original se permiten ciertas licencias para innovar.

Un ejemplo claro es “La cosa” de John Carpenter. Desde que la vi hace ya años, bastantes diría. La recuerdo como una de las mejores películas de terror y ciencia ficción que se haya hecho hasta ahora. Sí, es un remake de “El enigma de otro mundo” película de 1951 producida por Howard Hawks que se convirtió en una cinta de culto, pero Carpenter consiguió que su adaptación siguiera el mismo camino.

Impresionó con sus efectos especiales, una banda sonora sublime de Morricone, un héroe a la altura y una trama que dejaba al público anclado a sus asientos. Aunque según el director la reacción de la gente fue muy mala al principio, afirmó que le odiaron por haber sacado algo tan violento y horrible. En parte porque su estreno fue un par de semanas más tarde que “E.T” y el público, en general, de los 80 prefería películas más alegres. Aun así, el tiempo  la ha puesto en su lugar.

Mi reacción al verla no fue otra que estar con los ojos abiertos como platos durante todo el metraje, la vi cuando la dieron en televisión y la grabé para así mostrársela a compañeros que no tenían reproductor VHS, con esa excusa la volví a ver encantado ya que los efectos merecían un segundo visionado, sabía que estaba ante una película que la recordaría durante toda mi vida. Años más tarde nos llegó un remake del remake de La Cosa, completamente innecesaria y que no está a la altura en ningún aspecto.

Tras el éxito de Carpenter con “La noche de Halloween”, los productores lo eligieron para dirigirla pero en un principio dudaron de su capacidad y casi le dan el honor a otro gran director Tobe Hooper. Kurt Russell también estuvo a punto de no aparecer en el film ya que él fue la tercera opción, anteriormente se lo ofrecieron a Nick Nolte  y Jeff Bridges. El extraño sombrero de cowboy que Russell llevaba puesto en los planos generales de las secuencias de exteriores fue una aportación del propio actor con la única intención de que el público supiera en todo momento quien era la estrella.

“La Cosa” se estrenó el 25 de junio de 1982 y a día de hoy en cuestión de efectos especiales sigue siendo una de las mejores, a pesar de la tecnología y los años que han pasado.Muchos coinciden que  hacerle sombra a esta historia resulta muy difícil.

 

El Misterio de Salem,s Lot

By Raúl Martínez, crítico de cine.

Actualmente en cualquier conversación de amigos cuando sale el tema “series” parece que todos (menos un servidor) están muy puestos en el tema. La mayor parte de la ciudadanía ha empezado, está a medio o algunos ya la vieron gracias a las nuevas tecnologías. He de reconocer que en cuestión de calidad, no sólo de guiones, están superando al cine. Por un lado está bien que dicho sector se haya puesto las pilas y ofrezca una calidad envidiable, pero por otro, está claro que le hace sombra al cine, lo que conlleva que los productores inviertan cada vez menos en el séptimo arte y en especial, en el género terror.

Volviendo a las series, como es normal en mi, miro hacia atrás, e intento buscar alguna que me haga entrar en la conversación con mis amistades aunque éstas, tal vez, ni sepan de lo que estoy hablando. Lo que sí es verdad es que cualquier amante del terror de cierta edad ha visto u oído hablar por lo menos de una mini serie escrita en forma de novela por el maestro Stephen King. Tras escribir Carrie se inspiró en Drácula y se preguntó ¿qué hubiera ocurrido si “el maestro de las sombras” apareciera en la América de los setenta? Y tras varios días con esa pregunta en la cabeza pensó :¿Y si llegase a aparecer en un pequeño pueblo? Así nació “Second Coming” (Segunda Venida), pero más tarde se decidió por “Jerusalem,s Lot” . Los editores pensando que sonaba demasiado religioso y recortaron el título a “Salem,s Lot” , llamándose al final para la miniserie “El Misterio de Salem,s Lot”. Aunque la primera publicación en España se tituló “La hora del vampiro”.

Fuera como fuese la miniserie fue todo un éxito en nuestro país; el director fue Tob Hopper que ya nos había maravillado a los amantes del género con La matanza de Texas. Se aprovechó el boom y se llevó a cabo una versión para cine recortada llamada erróneamente “Phantasma 2”. En 2004 se realizó un remake innecesario de la miniserie protagonizada por Rob Lowe.

Los recuerdos de la miniserie se me quedaron grabados a fuego y existen escenas que no olvidaré  jamás; lo que la convierte en un clásico del terror. Ha envejecido muy bien con el paso de los años y es una lástima que en mi videoteca solo disponga de la versión de cine recortada. Entre las escenas destaquemos la que sin duda todos los que la vimos en su día recordamos. La del niño volando por la ventana y pidiendo entrar.. Hasta Los Simpsons no pudieron evitarlo e hicieron un cameo en el que es Bart el que está en la ventana de Lisa. Yo personalmente me tiré unas cuantas noches aterrado mirando la ventana antes de coger el sueño. ¿Pero qué es el terror si no esa sensación que te corre todo el cuerpo despertando tu imaginación? Aún, de adulto, dicha escena me causa respeto. El niño que interpretó la escena era Ronnie Scribner  y tuvo una carrera corta como actor, finalizando en 1982. En la actualidad es corredor inmobiliario y recuerda con satisfacción dicha escena, ya que ha afirmado en numerosas ocasiones “fue muy divertido grabarla”, estando muy satisfecho de la respuesta que tuvo entre el público en general.

Hay que hablar de una escena eliminada en la que el niño vampiro va transformando a todo el pueblo. Y otra que también fue suprimida del montaje final en la que el párroco, lleno de problemas, es asesinado por el “vampiro maestro” profanando el cuerpo, decapitándolo y colgándolo boca abajo. Unas escenas que, a mi parecer, tal vez fueron descartadas por su crudeza. Y hablando del “vampiro maestro”, Kurt Barlow, está claro que fue un homenaje al clásico Nosferatu de 1922.

Los días en los que emitieron la miniserie (fecha de estreno el 10 de septiembre de 1985) fueron unos días que todo el mundo hablaba de los vampiros entrando por la ventana, de niños que se despertaban en sus ataúdes y de la señora que despierta siendo muerta viviente e intentado atacar a un David Soul (Starsky y Hutch) que era el Van Helsing de la película.

No solo eran las lentillas de los actores-vampiro, había algo más, había un trabajo bien hecho para una serie que recordaremos los amantes del género de la época durante muchos años.

La autopsia de Jane Doe

Por Raúll Martínez,.
Crítico de cine

Estoy encantado con los 80, y en especial, con las pelis de terror de aquella maravillosa década. Aunque siempre me hago la misma pregunta para intentar salir mentalmente de aquellos años y centrarme en el presente, ¿existen películas de terror en la actualidad que te hagan pasar miedo e insomnio; de esas que te hagan pensar dos veces si ir al baño por la noche? Aunque es verdad que las pelis de terror de hoy día no son para nada como las de antes, tengo que decir que sí, alguna hay, que sin abusar de los efectos sonoros consiguen ponerte los pelos de punta.

La película sobre la que voy a comentar se merece todos los elogios posibles ya que mis expectativas antes de verla eran muy altas (normalmente cuando eso ocurre me suelo llevar una desilusión), pero en esta ocasión terminé con un mal rollo en el cuerpo, acompañado de esa sensación a la que llamamos miedo (tengamos en cuenta que ya tengo una edad). Es por ello que se ha convertido para mi en una película de culto, ya que estoy seguro va a envejecer bien.

“La autopsia de Jane Doe” ha hecho que vuelva a tener fe en el cine de terror. ¿El secreto?, una historia simple, con una puesta en escena sencilla que aprovecha al máximo los recursos del cine de terror: planos, música, ambiente, etc. El resultado, una película que nos mantiene al borde del asiento, con matices de claustrofobia y misterio.

La historia bien simple, dos médicos forenses (padre e hijo) trabajan en su negocio en el sótano de su hogar. Reciben el cuerpo de una misteriosa mujer, a quien llaman Jane Doe para efectos del  registro. Conforme realizan los exámenes de rigor, experimentan eventos paranormales en la morgue y sospechan que tienen que ver con el cadáver  en sí. En Estados Unidos se utilizan ciertos nombres genéricos para las personas desconocidas que fallecen, para así registrar sus cuerpos ya sea para futuros reclamos o por acciones legales pendientes. Para las mujeres se utilizan los nombres “Jane Doe” o “Jane Roe”, es el equivalente a “fulana de tal” o “perico el de los palotes”.

En cuanto al elenco de actores, sufrió algunos cambios , Martin Sheen era la opción principal para el papel de Tommy, pero abandonó el proyecto por conflictos de programación. El plato fuerte sin duda es el cadáver en sí, muy bien interpretado por la actriz y modelo Olwen Catherine Kelly, fue seleccionada por sus conocimientos en yoga que le ayudaron a controlar la respiración y su cuerpo. El hecho de que el cuerpo fuera un ser humano ayudaba a tener una conexión con el público.  Tengo que reconocer que desde el primer momento sentí cierta atracción por el cuerpo. Llamadme loco, pero esa conexión no la he tenido con ninguna película romántica hasta el momento (descartado el sentimiento carnal, por supuesto, solo atracción por la chica).

Según el propio director André Ovredal, el papel de Olwen fue el más difícil de la película, aunque se puede disfrutar de buenos momentos de interpretación del resto del elenco. Como la escena del ascensor cuando padre e hijo hablan sobre la muerte de la madre. Ovredal afirmó en una entrevista que para esa toma solo puso la cámara y filmó un momento mágico entre los actores Brian Cox y Emile Hirsch. La idea de contar esta historia fue la necesidad del director de filmar una buena película de terror, tras ver The Conjuring (2013) llamó a su agente  y le pidió buscar un buen guión, atrapando éste de inmediato.

Es una producción que demuestra lo innecesario de las grandes escenografías o distintas localizaciones para lograr atrapar al espectador, y sinceramente, hoy día es muy difícil encontrar historias así. Solo la escena en la que se escucha una campanilla en un pasillo oscuro, me ha hecho a mi personalmente encender todas las luces de casa. Además cuenta con pequeños detalles terroríficos, como por ejemplo, el cadáver demasiado limpio. Al estar en la morgue podríamos pensar que se debe a la limpieza rutinaria antes de la autopsia, sin embargo, las plantas de los pies son las únicas partes de su cuerpo visiblemente sucias. Ese pequeño detalle ofrece al espectador cierta inquietud ya que sin pensarlo directamente, damos por hecho que el cuerpo ha caminado en algún momento de la historia. El mismísimo Stephen King manifestó que era “terror visceral para rivalizar con Alien y Cronenberg. Mírala, pero a solas”.

Muy contento de tenerla en mi estantería , “La autopsia de Jane Doe”, me encandiló, me atrapó, me enamoró, ¡y me aterró!

Pesadilla Diabólica

Por Raúl Martínez, crítico de cine.

¿No os ha pasado que en algún momento de vuestra vida habéis visto algo y treinta años después, de repente, te vuelve a la cabeza?

Pues eso mismo me pasó con la película Pesadilla Diabólica. Cuando la visioné hace años terminé, eso sí, de manera morbosa, encantado con el miedo que me transmitió. Y años después me viene a la cabeza una escena de un coche fúnebre que no me dejó dormir durante de manera relajada durante un tiempo.

Pesadilla Diabólica es una película injustamente olvidada que mereció más repercusión, no solo por el reparto, Oliver Reed y Bette Davis,  si no por el director Dan Curtis, curtido en el mundo de la televisión por su gran éxito a finales de los setenta con la serie vampírica  “Sombras en la oscuridad “ (1966-1971) creada por él y de la que se realizaron dos adaptaciones cinematográficas, siendo la más conocida la descafeinada versión de Tim Burton “Sombras tenebrosas”.

Para Pesadilla Diabólica el director aprovechó sabiamente sus pocos medios para conseguir un máximo de resultados. Y vaya si lo consiguió. Es una película que perfectamente se podría poner a la altura de “Al final de la escalera”, terror clásico donde lo más importante de todo, y yo diría que su secreto para ser un buen film de terror, está en sugerir, que como ya sabemos siempre es mejor que mostrar.

La cinta narra las vacaciones  de verano que un matrimonio (Oliver Reed y Karen Black) con su hijo y la tía del marido (estelar presencia de Bette Davis) deciden pasar en una espectacular casa que han logrado alquilar por un precio bastante menor de lo razonable.

Pronto empezarán a pasar cosas de lo más extrañas, revelándose poco a poco que la casa en cuestión se alimenta de la energía vital de sus moradores. La premisa viene en parte de la novela homónima en la que se inspira, escrita por Robert Morasco.

El director consigue a la perfección una atmósfera que va apoderándose de la historia, mínima y escueta, pero contundente y efectiva. Una atmósfera donde todo se sugiere realmente, donde el efecto en el espectador es mucho más devastador.

Cuenta con unas escenas inolvidables. El personaje de Burgues Meredith con apenas diez minutos en pantalla y pocas líneas de diálogo deja impregnada la película de cierta inquietud, sus frases, sin decirlo claramente, dicen lo que realmente ocurre en la casa.

Esa magia cinematográfica me caló  al verla siendo muy joven, me hipnotizó sin haber visto nada y, por supuesto, me aterró. Sobre todo las escalofriantes apariciones de un chófer de coche fúnebre. Una de las escenas  más inquietantes es la filmada en la piscina entre padre e hijo en la que se ve el cambiante rostro del actor (Oliver Reed) convirtiéndolo en una amenaza latente.

Las numerosas visitas de la mujer a la habitación de la que nunca sale la anciana, dueña de la casa, o las numerosas fotografías encima del mueble, son muestras de lo que el espectador sospecha, convirtiendo así, la película en una gran obra dentro del género. La gran Bette Davis muestra su espectacular talento con un personaje que empobrece a todos.

Un film más que recomendable que merece ser recordado y sacado de ese baúl donde lleva años guardado. Lo lamentable es que a gran parte del público actual no le serviría como película de terror, acostumbrados como están a que les cuenten todo con pelos y señales, la sutileza, quizá no sería bien recibida.

Si eres amante de este género, adelante, no te arrepentirás si la ves o si la vuelves a ver..

 

CUJO

Raúl Martínez , crítico de cine.

Quien no haya temido o deseado alguna vez  un perro cuando era pequeño que tire la primera piedra. En algún momento de nuestra niñez algún perro habrá olido nuestro miedo, nos habrá ladrado y nosotros nos habremos “cagado” del susto.

En mi caso esta situación se repetía con bastante frecuencia, es lo que tenía vivir en el campo. Aun así siempre me han gustado los animales y poco a poco me acostumbré a ellos y ellos, al parecer a mi. Pero todo esto cambió cuando en 1981 el señor Stephen King publicó una novela de terror psicológico cogiendo como protagonista “al mejor amigo del hombre”, y no uno cualquiera si no un San Bernardo, un perro al que todos queremos abrazar y achuchar.

Teniendo en cuenta esos mismos sentimientos del ser humano hacia dicha raza salió a la luz la novela “Cujo”, ganando el Premio Brithish Fantasy en 1982 y hecha película en 1983. Consiguiendo que tanto lectores del libro como espectadores de la película a partir de ahí tuviéramos cierto cuidado a la hora de encariñarnos con alguna mascota.

La trama no deja de ser simple y ochentera. Una familia típica de pueblerinos americanos en el que el padre es un mecánico malcarado cuyo negocio de reparaciones de automóviles está bastante descuidado. Esta familia tiene un perro San Bernardo que no a sido vacunado de la rabia y al correr por el campo mete el hocico en una madriguera y es mordido por un murciélago. De esa manera el animal es infectado. Como pueblerino que soy tengo que reconocer que en los ochenta era habitual tener un perro en casa y que tuviera las vacunas al día era difícil. Por lo que esta historia  bien sirvió para abrir los ojos a más de uno y que se hiciera una idea de las posibles consecuencias por no vacunar a la mascota.

El film consigue intimidar al espectador, que pegue botes en la butaca, en definitiva, que se tema a un simple San Bernardo. El resultado es brutal pero lo mejor de esta película es “lo bien que se lo pasaron los perros que usaron para el rodaje”. Se utilizaron un total de de seis distintos, uno de ellos un Rottweiler para las escenas agresivas, una cabeza robotizada y hasta una persona disfrazada. Vamos, que el protagonista tuvo su doble.

Para los animales fue toda una experiencia divertida, tanto que tuvieron que atarle las colas a los cuerpos porque de lo contrario se veía que lo estaban pasando pipa. Para las escenas más angustiosas se utilizaron juguetes y le decían a los canes:”busca”.

A pesar de lo que siempre se ha dicho de la dificultad de trabajar con perros en el cine en esta ocasión parece que el equipo de rodaje no lo tuvo tan difícil, supieron darle a los protagonistas lo que les gustaba. Y lo que más les gustaba era tener la rabia; lo explico. La espuma para parecer que tenían dicha enfermedad les encantaba ya que era una mezcla de clara de huevo y azúcar, por lo que estuvieron gran parte de la producción saboreando este manjar.

Quiero hacer hincapié en estos detalles ya que viendo la película se llega a pasar realmente mal, y es fácil pensar que los animales sufrieron por exigencias del guión, pero no es así. Hoy día un remake de Cujo sería incorrecto pero no imposible, algunas protectoras estarían muy encima del proyecto sobre todo por la mala imagen que se le pudiera dar a la raza San Bernardo. Aunque esto es cine y de terror, es decir, ficción.

A mí personalmente me sigue fascinando la película, soy de los que piensan que los clásicos no precisan de remakes. Para mí Cujo es un clásico del terror psicológico. He crecido entre animales y este film me sirvió para preocuparme por los animales de compañía.

No digo que haya que proyectar esta cinta en colegios pero sí que la recomiendo a los amantes del terror.

 

Un hombre lobo americano en Lóndres

UN HOMBRE LOBO AMERICANO EN LÓNDRES.- Por Raúl Martínez Alcaráz 

¡Es la mejor transformación de hombre lobo que he visto!
Esa fue mi sensación cuando vi esta película por primera vez en el año 1987. Y es que, a día de hoy, es la misma que sigo teniendo. El equipo de efectos especiales de la época se lo curró. De hecho se llevaron el Oscar al mejor maquillaje en 1981.

El director John Landis tuvo en mente, durante años, esta película. Pero no encontraba la fórmula para poder llevarla a buen puerto. Fue después del éxito de The Blues Brothers (1980) cuando tuvo la oportunidad de hacer una película que mezclaba terror y humor.

Como el título sugiere se trata de unos jóvenes americanos que viajando de mochileros por Inglaterra son atacados por una bestia que mata  a uno de ellos, hiriendo al otro que terminará convirtiéndose en hombre lobo.

Reconozco que el guión no deja de ser flojo, es más, se puede llegar a pensar que es una película de licántropos y punto. Pero cuando el maestro Landis la llevó en su cabeza varios años fue por algo. Al director se le ocurrió esta historia trabajando en la antigua Yugoslavia; cuando vio el enterramiento de un hombre que había sido envuelto en cabezas de ajo, ya que tenían miedo de que volviera a la vida.

Intentó que el productor Albert Boccoli estuviera en el proyecto. Le conoció cuando el propio Landis había escrito partes del guión de “La espía que me amó” de James Bond. Sin embargo, Boccoli leyó el guión y dijo que era demasiado extraño.

El protagonista de la historia David Naughton hacía anuncios para una marca de refrescos, dichos refrescos eran los preferidos del director y lo conocía por el anuncio. Lo llamó y le dijo:”¿Quieres ser un hombre lobo? Y como ya sabemos aceptó. Pero lo llegó a pasar mal ya que el rodaje fue en febrero y marzo, cuando hacía más frío y llovía. El actor, natural de California, no estaba acostumbrado al frío. También había que sumarle el proceso de maquillaje. Cuando el equipo lo conoció le dijeron que lo sentían por él.

En los días del rodaje de la transformación, el actor se levantaba a las 4.30 de la mañana para estar diez horas sin poder hacer otra cosa que estarse quieto. Pero mereció la pena. La película ha pasado a la historia como una de las mejores de hombres lobo. Y encima, te lo hace pasar bien ya que los toques de comedia funcionan, por lo menos para un servidor.

Una de las escenas en las que me parto es cuando el protagonista desea que lo detengan y grita a viva voz: “¡la Reina es un marimacho! ¡El príncipe Carlos es homosexual! ¡Shakespeare era francés!” Debido a dicha escena al finalizar los créditos hay una felicitación por la boda del Príncipe Carlos y Lady Diana.

De los famosos que quedaron fascinados por esta película se encontraba Michael Jackson quien le pidió al director que dirigiera el famoso Thriller y éste se volvió a reunir con el equipo de efectos de la película, convirtiendo el videoclip de dicho tema, en el mejor de la historia, para muchos. Recuerdo ver este título para alquilar en el videoclub de mi pueblo y temblaba de miedo solo con la portada. Uno de los traumas de mi niñez que ahora recuerdo con satisfacción. Como buen amante del terror.

De las sorpresas que hubieron en el rodaje recuerdo una que me hace mucha gracia. En la escena en la que el protagonista aparece desnudo a una señora en un parque, ésta solo sabía que alguien se le aparecería, pero desconocía que fuera desnudo, por lo que su reacción fue real. “Un hombre lobo americano en Londres” es sin duda un divertimento terrorífico a partes iguales. Una de mis preferidas.

Los efectos especiales de hoy día no les llegan ni a la suela de los zapatos. Una vez más el cine de los 80, en este género, demuestra los grandes trabajos de la época. Una pena que el abuso del croma y del ordenador hayan dejado de lado algunos dignos oficios que tanto nos ha hecho disfrutar en la gran pantalla.

Raúl Martínez